A palabras necias, oídos sordos.

A palabras necias, oídos sordos.

Mis Complicaciones Favoritas

A world so hateful some would rather die than be who they are

21.10.11

*

Hay veces que me duele el alma de quererte. Por una mínima cosa hay algo ahí, totalmente abstracto, que se expande a lo largo de mi pecho. Dolor. Es infalible mi tristeza al verte llorar, es automático: se rompe con tan solo una de tus lágrimas. Jamás me hubiera gustado verte así, jamás he querido planear tenerte a mi lado y no poder besarte. Y me duele muchísimo, me ahoga el hecho de verte sentado, con los ojos rojos, pensando qué estoy pensando yo. ¿Y en qué voy a pensar? Pienso en ti. Pienso en ti la mayoría del tiempo, y si no es en ti, es en alguien a quien le tengo que contar algo sobre ti. No es rencor, ni enfado ni rabia nada de lo que este dolor acumula, sino miedo. Un miedo increíble a perderte, un miedo increíble a que ese amor se esfume. Y, como bien te dije, una pareja son dos personas, sí, pero UNIDAS, no separadas, una por un lado y otra por el otro. Me duele el puto alma. Pero, al fin y al cabo, lo más importante de esto... es que sé que, en alguna parte de ti, se guarda esa preocupación, o ese amor que nos une a ambos. Y, he de admitir que no está mal cuando se siente ese dolor. Porque comprendo que te quiero más que a nada en este mundo (bueno, eso ya lo sé en cuanto sonríes) y, al menos, lo hacemos juntos. Discutimos nosotros. Hay un NOSOTROS.
Y ese dolor no es que se convierta en amor en cuanto me abrazas con fuerza y lloras sobre mi hombro, amor es siempre. El siempre que nos pronmetimos. El siempre que habrá.

Confío plenamente en ti.

MCP

20.10.11

20 de Octubre del 2011

POR FIN, JODER, POR FIN SE HA ACABADO DEFINITIVAMENTE.
La relajación, la tranquilidad, y ante todo, la seguridad  es, en conclusión, una buena compañía.

Gracias por decir que no a la guerra y la violencia y, al fin, dar por bienvenida a la paz. Gracias.


FELICIDAD.


Mis Complicaciones Favoritas

Doesn't mind.

Aquello era un mundo paralelo. El sol daba en mis entrecerrados ojos y, ahí, fue cuando decidí cerrarlos del todo y me puse a pensar. No importaban los sonidos, ni los pitidos ni las dichosas voces alarmadas. Yo tan solo respiré profundo, inyectando en mí todo signo de lo que debía ser pureza pero, en cambio, era polución, un humo sofocante que se atascaba en mis fosas nasales. Ascendí mis brazos cual pájaro sus alas y volví a respirar, y eso me dio, de nuevo, aquel punto que necesitaba para dar definitivamente el paso. El viento apenas azotaba mi pelo, ya que lo único que me hacía sentir aquel aire en movimiento era un pequeño elicóptero que residía a varios metros de mí. Y de verdad, os lo puedo jurar, que dejé de oír todo, y al cabo de un rato dejé de oler, tal cual se me olvidó de hablar, dejé de saborear, dejé de tocar el suelo contra mis pies y el suave algodón de mi chaqueta, definitivamente, había dejado de sentir. Lo hice.
Mis Complicaciones Favoritas