Es como si te faltara el aire. ¿Qué me retiene ahí? ¿Quién
eres? ¿Quién soy? Y te echo de menos. Quiero abrazarte, darte besos en la cara
y asegurarte que todo va bien, que todo podrá ir bien sin el otro, que aunque
nuestras manos estén a metros y metros de distancia noto tu piel aún. Porque te
fuiste de mi vida hace mucho a pesar de que nuestros ojos dejaron de
encontrarse hace poco, pero aún reside una parte de ti en mí, porque te llevo
conmigo allí dondequiera que vaya.
Juraría tres mil quinientas sesenta y siete veces que quiero
que todo te vaya bien, que si quieres un abrazo allí estaré; si quieres que
alguien te escuche, yo seré oídos por ti; porque si quieres ver a alguien hacer
el pino lo haré tres veces; porque si necesitas apoyo, yo seré cien bastones.
Qué más quisiera yo que no te fueras, que siguieras ahí por
el resto de mis días, que no te escapases de mis brazos nunca. Pero te tuviste
que ir porque ya nada nos unía. Y, joder, he vivido tanto contigo que hasta mi
corazón reclama ese calor que tú me dabas, se congela y no tiene manta.
Tengo ganas de ponerte en frente y tocar tu piel, que
cierres los ojos y sientas como mis dedos pasan por tu frente, tus pómulos y
tus labios; que te desnudes y que sientas mis caricias por tu espalda, y mis
besos a lo largo de ella, mientras te doy un abrazo por detrás; sintiéndome más
protegida que nunca. Que me cojas la mano y me hagas temblar, que me des
seguridad, que seas mi chaleco antibalas. Oír tu respiración oreja contra
oreja. Y, mierda, sentir tu calor. Porque fuiste tan importante que sé que si
me siento así, protegida, acogida en tus brazos, es porque tú también estás
bien. Solo quiero eso, que tu sonrisa no se vaya nunca más.
Puede que tengas tus manías, tus peros y esas cosas que me
ponen de los nervios, sin embargo, eres tan grande que me cuesta pensar que
para el mundo solo eres uno más. Eres una de las mejores personas que he
conocido y solo quiero que el planeta sepa que lo eres, que nadie te
desperdicie, porque iría yo a cogerte a la basura y seguirías brillando.
Quizás me has fallado como yo te había fallado a ti, y eso
fue lo que rompió la cadena que nos unía, de hierro, de acero y de cemento;
pero aquello que vivimos jamás se olvida. Porque cierro los ojos y parece que
vuelvo a sentir eso que me hacías sentir tú y que nadie más es capaz.
A pesar de todo te quiero, y nada va a cambiarlo. Nada.
14/03/2014
MSC